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lunes, 16 de septiembre de 2019

Draconoismo: La Historia de Tiamat



“Cuando en lo alto, el Cielo no había sido aún nombrado y, debajo, la Tierra no había sido bautizada, nada existía excepto Apsû, el antiguo, su creador, y el caos, Tiamat, del que todo fue generado. Las aguas se agitaban en un solo conjunto y los pastos no se habían aún formado, ni existían los cañaverales. Cuando aún ninguna estrella podía verse, cuando ninguna tenía un nombre, ni los destinos se habían establecido... Entonces, los astros fueron visibles en medio del cielo.”

Enûma Elish
En el principio, sólo había caos. Y todo el caos, era agua.

Mucho antes de que todo fuera creado, cuando nada existía; sólo estaban Apsû y Tiamat.

Apsû era el agua del cielo, las nubes llenando el espacio tormentoso. Tiamat era el agua salda del mar, siempre en continuo movimiento, fuerte e indomable. Apsû no era sin Tiamat, y Tiamat no podía ser sin Apsû. En medio de este caos prístino, Apsû derramó por primera vez el agua dulce de sus nubes sobre el mar de Tiamat. Y al entrar él dentro de ella, Tiamat engendró la existencia de todo lo demás en sus profundas entrañas.

De la unión entre Apsû y Tiamat nacieron los primeros dioses. Primero fueron los mellizos Lahmu y Lahamu (el barro primigenio de la fertilidad), quienes a su vez engendraron a Anšar y Kišar (el Cielo y la Tierra), padres de Anu (el cielo). Muchos fueron los hijos que Tiamat llevó en su vientre, tantos como estrellas comenzaron a iluminar el firmamento. No obstante, estos jóvenes dioses eran ruidosos y sólo provocaban calamidades y desastres.

"Aquella nueva generación de dioses se reunió, y molestaron a Tiamat y sus gritos reverberaron. Agitaron su vientre, jugando dentro de Anduruna para molestarla. Apsû no pudo callar su voz. Y Tiamat se quedó muda ante ellos."

Apsû sin embargo no estaba dispuesto a soportar aquello más tiempo. Así que decidió destruir a su progenie.
"Apsû abrió su boca y dijo a Tiamat: 'Sus modales son completamente repugnantes para mi, de día no encuentro alivio, de noche no encuentro descanso. ¡Los destruiré, los arruinaré, el silencio se restaurará y podremos descansar!'"
Pero cuando le contó su plan a Tiamat, ella entró en cólera, incapaz de creer que quisiera matar a sus propios hijos.
"Ella enfureció y gritó a su amado. Gritó terriblemente, su cólera estaba fuera de sí. Pero decidió reprimirla en el interior de su estómago."
Los jóvenes dioses supieron, sin embargo, del plan que su padre tramaba para ellos. Uno de ellos, el dios de la magia Enkil (Ea, Nudimmud), quien no tenía rival entre sus hermanos; hechizó a Apsû para que durmiera y así poder matarlo. Algunos de sus hermanos, sin embargo, no estuvieron de acuerdo con lo que hizo Enkil, así que advirtieron a Tiamat. Justo después de la muerte de Apsû, nació el hijo de Marduk, engendrado por su mujer Damkina, dentro del corazón arrancado de Apsû. 

Tiamat aún lloraba por la muerte de Apsû cuando sus hijos, aquellos que la habían avisado, comenzaron a presionarla para que vengara la muerte de su amado. Kingu, su nuevo consorte, fue quien logró convencerla. Tiamat creó una horda de criaturas monstruosas (dragones entre ellas, pero fueron monstruos de todo tipo, capaces de moverse por aire, por tierra y por mar) y eligió a Kingu (Qingu) como comandante de su nuevo y monstruoso ejército. 
Enkil supo de los planes de Tiamat para destruirle a él y a sus seguidores. Por ello decidió dirigirse a los hijos de Anu (los Anunnaki). Al reunirse con Anšar fingió ser Tiamat para engañarlo y que accediera a reunir al concilio. Sólo entonces Enkil reconoció su identidad para contarles su verdadero plan. Nadie habló, pues nadie creía que pudieran salir victoriosos en la guerra contra Tiamat.

Entonces Anšar proclamó que sería el hijo de Enkil, Marduk, quien se enfrentaría a Tiamat. Marduk, no obstante, exigió que todos los dioses le otorgaran una parte de su poder para lograr la victoria contra Kingu, a quien sabía superior en fuerza y poder. Y puso como condición que, si salía victorioso del combate, sería nombrado como una deidad mayor y ocuparía el puesto de líder entre los dioses. Anšar consultó a Lahmu y Lahamu, quienes no viendo otra alternativa, aconsejaron a Anšar aceptar el trato.
Marduk recibió el poder de los cuatro vientos y de las tormentas, así como la capacidad de crear y destruir con las palabras, engrandeciendo su forma y volviéndolo tan terrorífico que, cuando se presentó ante Kingu y sus huestes, éste quedó paralizado de miedo y fue incapaz de reaccionar. Marduk lo mató sin dificultad y, sin más obstáculos que se interpusieran, se enfrentó con Tiamat. Con el poder del viento la incapacitó y, teniéndola a su merced, disparó un rayo en forma de flecha justo en su vientre, partiéndola en dos.

Muertos Tiamat y Apsû, la creación corría el riesgo de colisionar de nuevo en el caos. Por ello, Marduk decidió aprovechar los restos del cuerpo de Tiamat utilizando sus nuevos poderes.

"Dividió su forma monstruosa y con ella creó maravillas. La cortó por la mitad como a un pescado para secarla: puso una mitad de ella para crear la cúpula de los cielos, lanzó un rayo a través d él e hizo que una guardia la sostuviera. Se las arregló para hacer que las aguas de Tiamat no se escaparan, separándolas para siempre del cielo y de la tierra. De las lágrimas de sus ojos al morir, creó el Tigris y el Éufrates. De sus senos sacó las montañas y excavó agujeros para que saliera el agua. Por último, tendió su cola alrededor del mundo, atándola rápidamente, sellando el vínculo cósmico."


Así Marduk terminó la creación a partir del cuerpo de Tiamat. Y como le fue prometido, fue nombrado Patrón de Babilonia y líder de los dioses del panteón. Al final de todo, con la creación floreciente y terminada, Marduk usó los restos del cuerpo podrido de Kingu junto con su sangre para crear a la humanidad.

Fuentes:



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