Muchas veces nos quejamos de sentir un vacío en nuestras vidas. Una vez nos detengamos a reflexionar el porqué, nos será fácil descubrir que el problema es que no tenemos claros nuestros objetivos vitales.
Nos acostaremos en el suelo con los brazos estirados y las palmas hacia arriba. Las piernas están también estiradas y juntas. Previamente habremos colocado una sodalita en el tercer ojo y una turmalina sobre la coronilla.
A continuación pensaremos en el propósito del ejercicio: aportarnos luz para distinguir nuestros verdaderos objetivos vitales y desterrar los falsos, que suelen ser los impuestos desde el exterior (quizás eran los objetivos de nuestros padres, o las metas que nos impone la sociedad). En este convencimiento, imaginaremos cómo al inspirar, las vibraciones de la turmalina nos llenan de calma, al tiempo que la sodalita dirige nuestras intuiciones y pensamientos hacia la verdad. Al espirar daremos salida a nuestra confusión y malestar.
Realizaremos el ejercicio durante 15 minutos. Al terminar, meditaremos en el color azul de la sodalita y en la luz de sus vetas blancas.
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