El ideal es sentirse querido (algo que nos aporta equilibrio emocional y revierte positivamente en nuestra salud física), pero debemos aprender a vivir en positivo cuando esto no ocurre.
Nos sentaremos en postura del loto sosteniendo el jaspe sanguíneo con las dos manos a la altura del chakra del corazón e iniciaremos la respiración diafragmática. Con los ojos cerrados, dirigiremos la mirada interior al tercer ojo y, sin perder la conciencia de la respiración, meditaremos en las virtudes del cuarto chakra: en su capacidad para ayudarnos a clarificar las ideas y aportarnos confianza en nosotros mismos.
A continuación, apelaremos a las emociones sentidas al experimentar cualquier tipo de éxito (con los amigos, en el trabajo, en pareja, con nuestra familia, etc...). Son momentos en que nos sentimos queridos y descubrimos todos nuestros valores. Nosotros poseemos en nuestro interior la más caudalosa fuente de amor que nos puede saciar.
Meditemos sobre ello y sintámosla, tenemos todo el tiempo que queramos para disfrutar de sus bondades.
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